Estoy escribiendo un nuevo libro sobre la adaptación de Ashtanga Yoga con el Yin Yoga, y cómo has transformado mi práctica y mi enseñanza.
Mi enseñanza, y lo que comparto en este libro, se basa en mi experiencia personal, por eso voy a explicarte que es lo que me llevó a adaptar el método de Ashtanga Yoga al Ashtanga Yin Yoga o Yin Ashtanga Yoga.
Esta unión de las dos energías en la práctica de yoga nace de mis circunstancias personales, la vida quiso traerme varios regalos que yo acepté con resignación en su momento, y ahora los celebro con alegría.
En febrero de 2021 tenía una práctica de Ashtanga muy potente, seis días a la semana practicando, estaba en segunda serie y mi determinación era firme y poderosa. En una clase particular con Dani Fernández (Ashtanga Yoga Room) me dijo que mi práctica estaba bien pero no estaba encarnada. Eso me sorprendió y le pregunté cómo la encarnaba. Él me contestó que encontraría la manera.
Unas semanas más tarde, en una conversación intensa y dramática con mi buena amiga y compañera de yoga Cris, le pedí al universo que me encarnase.
Y mi plegaría fue escuchada y comenzaron a llegar tres regalos que en sí mismos traían otros consigo:
enfermedad
conocimiento
suavidad
El primer regalo fue una enfermedad y una lesión.
Al poco tiempo de pedir ayuda al universo, una lesión de coxis desveló una hipertonía pélvica que llevaba guardando debajo de la alfombra desde hacía años. Ahí comencé a modificar todas las posturas sedentes. En verano del 2021 tuve una reacción adversa a la vacuna del Covid que me dejó sin fuerzas, con medio cuerpo paralizado, un sistema nervioso totalmente desregulado, y además aceleró los cambios hormonales de la menopausia.
Esta hecatombe, que vino de golpe, hizo que no pudiera realizar mi práctica habitual de Ashtanga Yoga, no podía ni con un saludo al sol.
Con resignación y aceptación, por mi situación física, mental y emocional, tuve que comenzar de nuevo a construir mi práctica, pero sin fuerzas y con el sistema nervioso muy desequilibrado. La práctica de Yin Yoga siempre me ha nutrido y decidí comenzar a llevar la metodología del Yin a la secuencia de Ashtanga.
Lo que surgió fue magia pura.
Comencé a realizar prácticas altamente restaurativas que hacían mi recuperación más equilibrada y sostenible. Con el tiempo pude incorporar más energía yang que yin, hasta querer llegar a ese equilibrio fluido del Dao. Pero no acababa de suceder, faltaba algo…
El segundo regalo fue el conocimiento y la humildad.
A finales del año 2021, recuperándome poco a poco de la enfermedad, vi en Instagram que Davide Stasi ofrecía una clase gratuita de anatomía. No sé por qué, pero me apunté. Quería comprender mejor mi cuerpo a raíz de todo lo que me estaba pasando.
En esa clase gratuita, dije que yo no podía permitirme comprar su curso que se titulaba “Anatomía para terapeutas”, además yo no era terapeuta, era profesora de yoga desde hacía un par de años.
Una maravillosa mujer que me escuchó en esa clase vio mi necesidad. Mi necesidad de conocimiento y como yo no me lo estaba permitiendo. Al día siguiente, recibí un email dándome acceso al curso. Alina (esta mujer maravillosa y generosa) me lo regalaba.
Cuando lo pienso aún me emociono, porque ese curso, ese regalo, abrió un mundo de posibilidades y conocimientos de anatomía. Información que llegaba a mí, la entendía, la integraba y podía compartirla. Después de ese curso y de esa cura de humildad, decidí seguir apostando por la formación junto a Davide e hice varios cursos de anatomía, movimiento y fisiología sistémica.
Con este conocimiento del cuerpo humano mis clases comenzaron a ser más cuidadas y también comprendí mejor la secuencia de Ashtanga Yoga y cómo podía hacer variaciones amables para adaptarla a mis necesidades y las de mis alumnas.
En la búsqueda del equilibrio de las energías yin y yang uniéndolo al conocimiento del cuerpo, mi práctica se sentía bien, pero no acababa de ser encarnada…
El tercer regalo fue la suavidad y el amor.
En verano del 2023, cansada de una práctica de Ashtanga errática, sin sentido, donde había días que podía hacer toda la secuencia y otros en los que no podía ni con un saludo al sol, donde la mayoría de las veces tenía que hacer una práctica más yin que yang, decidí apuntarme a clases regulares estilo Mysore con Carla Laredo.
No conocía a Carla más que por Instagram y por una clase que hice con ella, en invierno del 22, en un intento de practicar con guía. Había algo en ella que me era familiar, cercano, conocido. Su sentido de la belleza y de compartirse desde el corazón me llamaba mucho. Así que en un impulso me apunté a sus clases.
Pocas veces he sido alumna, mi trayectoria en la práctica de Ashtanga fue totalmente autodidacta, yo misma me daba las posturas, yo misma me gestionaba, y de vez en cuando acudía a profesores para una guía puntual.
Pero está vez decidí ser una buena alumna, dejarme guiar, confiar en el método, en la tradición, no hacer más que lo que mi profesora me dijese y así construir de nuevo mi práctica.
Carla, desde el primer momento y hasta la fecha, me ha ido llevando con suavidad y amor en cada clase, en cada práctica. Su empatía cala profundamente en mi corazón y por primera vez me he sentido sostenida y acompañada de manera incondicional. Con ella puedo ser yo misma en la práctica, sin exigencias, sin sobre esfuerzo, tan solo yo y mi respiración. Acompañando a mi cuerpo, según esté su energía. Escuchándolo, amándolo, respetándolo.
Con estos tres regalos: la enfermedad, el conocimiento y la suavidad siento que mi práctica está encarnada. Ahora hay un entendimiento profundo, un propósito expansivo y real, una intención de ser más yo, más auténtica.
Ahora mi práctica se nutre de estos regalos, escucho mi cuerpo y observo cómo está, adapto las posturas y avanzo en la secuencia con cariño y sin esfuerzo.
Este avance no es lineal, es en sierra. Hay días que necesito más yin, y otros días más yang. Pero ahora comprendo la fluidez dentro de la estructura y eso me da mucha libertad y empoderamiento.
El motivo de este libro, y de la adaptación de la práctica de Ashtanga Yoga, es darte a ti también esta libertad y empoderamiento, que puedas encarnar tu cuerpo desde la suavidad y la humildad.
Que puedas fluir en la estructura y mantener tu práctica con amor y entrega.
En realidad el universo no me trajo tres regalos, me dio un cuarto regalo que es el que comparto contigo en este libro.
Esta metodología de Yin Yoga Ashtanga o Ashtanga Yin Yoga, dependiendo qué energía se usa más, la comparto en mis clases regulares desde finales de 2023. Los cambios en las personas que practican bajo mi guía son espectaculares. No hay una imposición a realizar las asanas porque sí, siempre se trabaja con la amabilidad, la suavidad y el amor. La adaptación es respetuosa y generosa.
Disfruta entonces de este cuarto regalo que nos ha dado el universo.