¿Por qué el yoga funciona como herramienta de introspección si es algo físico?
Esta pregunta lleva dando vueltas en mi cabecita desde hace tiempo. Desde el primer momento que comencé a practicar yoga, hace seis años, me doy cuenta que el acto tan físico como realizar asanas, o posturas mantenidas durante un tiempo determinado, me produce instantáneamente bienestar a nivel físico, mental y emocional. Además de sentir que voy averiguando nuevas facetas de mí misma que no conocía.
Tras practicar yoga, da igual si hago Ashtanga o Yin, me siento totalmente reconfortada y activada de una manera que no había experimentado con ningún otro tipo de ejercicio, y eso que he hecho natación, running, pilates, pesas, aerobic, cycling, baile…
¿Entonces por qué con la práctica de yoga me siento distinta?
Después de leer muchos libros de grandes maestros y maestras de yoga, meditar y experimentar durante estos años de práctica, me doy cuenta que la pieza principal para que el Yoga sea una herramienta de introspección y de auto conocimiento es la respiración.
El acto consciente de respirar.
Durante la práctica de asana (posturas) la respiración tiene que ser consciente y formar parte activa del movimiento. Se convierte en un hilo conductor dentro del cuerpo físico. Este hilo conecta entre sí al cerebro, el sistema nervioso, los músculos, la sangre… Y todos ellos trabajan de manera simultanea en el presente, en el aquí y en el ahora.
La mente deja de pensar en como desea que sea el cuerpo en un futuro, o como estuvo años atrás, tan solo está contemplando como se encuentra en ese preciso instante.
Imagina que estás uniendo con un sencillo hilo de coser un montón de cuadraditos de tela que por si solos son prácticos y bonitos, pero no tienen una utilidad mayor. Sin embargo, al juntarlos tienes gran tapiz que puedes utilizar de muy diversas maneras.
Eso mismo sucede con la respiración. El cerebro comienza a recabar información de como se encuentran los órganos, los músculos, las fascias, la sangre, etc… y actúa en consecuencia. Por lo que la mente está enfocada en una tarea titánica, muy efectiva y divertida, y deja de darle vueltas a chorradas o pensamientos funestos.
La sensación de calma y presencia es automática, como la mente no está realizando sus florituras habituales, tan solo está pendiente de respirar y de los movimientos de cada Asana, entonces no le queda otra que anclarse en el momento presente.
De esta manera se consigue una cierta unidad, nuestra esencia (llámala: alma, espíritu, vacío o ser) se siente completa. Se siente bien. Se siente a gusto porque en ese momento nota que todo es real. Todo lo que está sucediendo en ese instante es real, es la verdad, no es ni deseo de futuro, ni es un recuerdo del pasado. Es la verdad pura y dura. La que existe en ese preciso instante en el cuerpo, en el sistema nervioso, en la mente.
Esta verdad reconforta ya que cuando te ves como eres y estás en ese conciso instante ya no hay tensión ni lucha, lo único que queda es aceptación y presencia, y la aceptación da calma, y la calma da bienestar.
La esencia se siente reconfortada de manera natural.
Para las personas que buscamos comprender, saber, entender o transitar dentro de nosotras mismas de una manera amable, sincera y curiosa, esta verdad (dura y real) mostrada en cada asana, inhalación, exhalación y movimiento nos produce calma y presencia.
Para las personas que tan solo buscan bienestar físico la respiración les ayuda a oxigenarse y que el cerebro se conecte de manera natural con todo el cuerpo.
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