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El dharma es una voz interna que
indica la vocación propia de cada ser en conjunto con el universo. |
Mi enseñanza de yoga nace de mi propia práctica. Una
práctica de Ashtanga Yoga, disciplinada, diaria y retadora. Una práctica donde
encuentro la libertad de mi ser, sin condicionantes, sin traumas, sin ego.
Mi práctica personal también se nutre de la suavidad y
profundidad del Yin Yoga. Una práctica más flexible y abierta. Una práctica
donde respiro y observo mis cadenas, sin el anhelo de la liberación solo de la
aceptación.
Me recuerdo que es así como empezó mi enseñanza hace dos años.
Me recuerdo que es así como empezó todo hace siete años picando piedra cada día en
mi práctica, con entusiasmo por querer seguir profundizando y encontrándome.
Mi dharma por compartir mi enseñanza de
yoga nace de este rol de practicante disciplinada y devota. No hay nada más.
Esa es la verdad más pura. Por supuesto, también hay un dharma por querer ayudar y
servir desde la honestidad y el amor.
Pero lo cierto es que todo nace de mí, de
mi propia práctica.
Soy consciente de que debo anteponer mi práctica
personal al servicio que doy a los demás, y no es egoísmo es amor. Porque sin
esta práctica nada funciona, nada tiene sentido.
Tras el jamacuco del verano por la vacuna
perdí la perspectiva, mi práctica se vio limitada a casi nada. El entusiasmo,
la fe y la disciplina fueron remplazados por el deber, la autoexigencia sin
acción y la depresión. Ha sido un tiempo de grandes enseñanzas y grandes retos.
Me he visto reflejada en un espejo antiguo que intentaba dejar atrás sin
mirarme de frente. He tenido que tomar consciencia de la responsabilidad de mi
salud física, mental y emocional. He comprendido que debo encarnar mi cuerpo y
mis emociones sin miedo.
Sé que estos meses me han pasado factura
a muchos niveles, uno de ellos mi enseñanza. Pero no en la calidad sino en la
perspectiva y la finalidad.
Desde enero, en mis clases online de Yin
busco compartir la disciplina y el entusiasmo en secuencias retadoras y
dinámicas para conocer cada rincón del cuerpo. Soy consciente de que no estoy
realizando el típico Yin Yoga, o al menos tal como lo aprendí en la formación. Sé
que soy intensa en mis clases, en el material de apoyo que mando a mayores, en
promover el autoconocimiento. Pero, a mi entender, las clases regulares de yoga
son las que van eliminando las capas de cebolla para llegar a esa libertad del
ser. Con el objetivo de liberar los condicionantes culturales, genéticos, familiares. Liberar las
emociones, los traumas, las cadenas. Conseguir a través de la práctica diaria
de yoga una disciplina y un hábito para sentirnos plenas y libres. Ese es el
dharma que quiero trasladar a mis alumnas.
Desde siempre, en los tallerespresenciales (y ahora online), así como en las sesiones privadas, comparto
desde la flexibilidad y la profundidad del yin yoga más clásico, pero con mi
toque personal. Busco sostener a las personas que guío en la respiración, en la
introspección, en las fascias más profundas. Son sesiones que remueven mucho,
tanto el plano físico como el emocional. Son sesiones terapéuticas donde enfoco toda mi energía
y amor hacia la persona que tengo enfrente, hacia aquella que puedo tocar con
mis manos, a la que puedo abrazar y sostener. Por eso, tras este tiempo de
autoconocimiento me he dado cuenta que estas prácticas se han de realizar espaciadas
en el tiempo para asimilar lo que se ha despertado e integrarlo. Tanto la persona
que recibe la sesión como yo que la imparto.
Todo esto es para decirme, decirte, recordarme,
recordarte, que no pretendo ser la mejor profe/guía de yoga del mundo, ni
tampoco tener miles de seguidores, aunque mi ego lo ansíe algunas veces. No, tan solo decirme, decirte que quiero
poder transmitir mi enseñanza desde la honestidad más profunda. Compartir el
dualismo de la vida. Mostrar la fuerza y la flexibilidad que habita en el
cuerpo. Abrazar la intensidad de la vida y del yoga.
Reconocerme en esta verdad me da
perspectiva, y fuerza, y fe, y vigor.
Siento que vuelve a mí la disciplina
diaria para continuar indagando en el yoga con mi práctica para así poder trasladarlo
a mi enseñanza.
Qué así sea.
Con cariño,
Esther
Nota: este texto nace por un intento de ordenar
mis pensamientos, para sacar hacia fuera y hacer público mi dharma sin perder
la objetividad, sin perderme en dramas ni victimismo.